80 Aniversario de la consecución del voto de las mujeres en España
12/12/2011
Angustias Bertomeu. E-Mujeres
"Es un
problema de ética, de pura ética, reconocer a la mujer, ser humano, todos sus
derechos; sólo aquel que no considera a la mujer ser humano es capaz de afirmar
que todos los derechos del hombre y el ciudadano no deben ser los mismos para
la mujer que para el hombre". Clara Campoamor.
En
1.931 con el advenimiento de la
República se redacta una nueva Constitución en España, cuyo
artículo 34 decía:
“Los
ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintiún años,
tendrán los mismos derechos electorales, conforme determinen las leyes”.
tendrán los mismos derechos electorales, conforme determinen las leyes”.
La
discusión sobre la inclusión o no de este artículo en la Constitución y su
aprobación por parte del Parlamento, supusieron en aquel momento, un importante
acontecimiento para las mujeres españolas.
Clara
Campoamor junto con otras dos mujeres, Victoria Kent y Margarita Nelken fueron
elegidas diputadas para el parlamento en 1.931, en una situación peculiar que
compartían con los sacerdotes, pues podían ser elegidas, pero tenían prohibido
votar. Clara Campoamor pasó a formar parte de la Comisión Constitucional
encargada de redactar la nueva Constitución.
Algunos
grupos de mujeres de la época, así como un incipiente movimiento sufragista
estuvieron apoyándola, pero ante el parlamento se encontró sola defendiendo
esta causa, no la apoyó su propio partido (el Partido Radical) por miedo a que
el voto de la mujer dañara los intereses de la Republica o favoreciera
a las derechas, tampoco tuvo el apoyo de las otras dos diputadas, Victoria Kent
del partido Radical Socialista y Margarita Nelken del Partido Socialista, que
aunque convencidas de la necesidad de conceder este derecho no lo apoyaron,
movidas por su creencia de que así defendían los intereses de la Republica y de sus
propios partidos.
La
izquierda argumentaba que el voto de las mujeres sería un voto conservador,
pues estaban bajo la influencia de la Iglesia , que les inclinaría el voto a la derecha.
Los
argumentos que se esgrimieron en el debate sobre el voto femenino: filosóficos,
biológicos, culturales, religiosos y educacionales resaltando la incapacidad de
las mujeres y ridiculizándolas, así como el tono que se empleó en el mismo, por
parte de algunos diputados intentando minimizar este tema, reflejan el machismo
de la época y la poca importancia que se concedía a las causas de las mujeres.
Hoy oyendo a algunos de ellos podemos comprobar que sus argumentos de fondo no
han cambiado mucho.
La
defensora en las Cortes Constituyentes de 1931 de los derechos femeninos
justificó su actuación en los imperativos de conciencia para no traicionar a su
sexo y en defensa de la
República , como una necesidad imperiosa del régimen que, si
deseaba cambiar la faz de España, debía superar el desprecio del hombre hacia
la mujer. Defendió esos derechos contra la oposición de los partidos
republicanos más numerosos del Parlamento. Obtuvo el apoyo de los votos del
Partido Socialista (con algunas deserciones destacadas) y de ciertos núcleos
republicanos: Catalanes, Progresistas, Galleguistas y Al Servicio de la República. También
votaron las derechas a favor de la concesión del voto femenino.
Clara
Campoamor pagó un alto precio, las izquierdas culpabilizaron al voto femenino,
de la pérdida de las siguientes elecciones. Las primeras elecciones en las que
participaron las mujeres fueron las de 1933; y se les echó la culpa del triunfo
de la derecha. Volvieron a votar en 1936 y venció el Frente Popular. La
victoria o derrota en las urnas se trataba de un problema de estrategia
política y de unidad de la izquierda, no del voto femenino.
Pero Clara Campoamor tuvo que abandonar su partido, le costó su carrera política y un fuerte agravio personal. Todo esto quedó reflejado en su libro: ”El voto femenino: mi pecado mortal” donde dice textualmente:
“Aislada
de todos mis correligionarios y de mis afines en ideas de la Cámara , combatida con
animosidad por todos, a veces sospeché que odiada por todos (y el porvenir me
dio lamentablemente la razón en esa sospecha), sostenida tan solo por la
minoría socialista que a más de votar defendió la concesión y por algunas
personalidades aisladas sufrí arañazos o heridas en el trance, pero logré ver
triunfante mi ideal. Todo lo doy por bien sufrido:”
Clara
Campoamor escribe en 1936 un relato detallado de su lucha para conseguir el
voto de las mujeres.
(...)
Y al encontrarme en la Cámara
con la oposición de elementos republicanos, hombres y mujer, a aquella
consagración, yo sentí vibrar en mí, imperativo, lesionado, el espíritu de mi
sexo; vi con mayor claridad, por los elementos de la oposición, que en ello iba
el futuro de España y que mi deber era luchar por conseguirlo, reuniendo todos
mis recursos dialécticos y toda mi capacidad de lucha (...)
En
su libro “Mi pecado mortal, el voto femenino y yo” pide:
(…)
que el silencio no absuelva las injusticias” y que “de ellas deduzcamos
enseñanzas las mujeres. Y todo ello por un futuro mejor, más libre e
igualitario (…).
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